Las plantas son más inteligentes de lo que suponemos: oyen, duermen, aprenden, recuerdan y se comunican entre ellas. Estos son algunos de los aspectos más asombrosos y desconocidos del reino vegetal.

Cleve Backster realizó un estudio en 1960, que tuvo sorprendentes conclusiones. Este ex especialista en interrogatorios de la CIA conectó los sensores de un polígrafo a una planta y descubrió que esta reaccionó al riego, a los sonidos e incluso a la negatividad de los seres humanos que se encontraran cerca.

Backster cedió al impulso de colocarle los electrodos del polígrafo a la dracaena que tenía en su oficina. A continuación regó la planta y vio que las hojas respondían a ello. Al comprobar que la planta reaccionaba efectivamente a este evento, se decidió a ver qué pasaría si le ponía música y también comprobó que existía una estimulación.

Como última parte de su experimento imaginó que encendía un fósforo y quemaba al sujeto de estudio y este reaccionó a sus pensamientos. Algo que según Backster le cambió la vida para siempre, ya que solo su intención de dañarla había provocado tal reacción.

De hecho, encontró que las plantas pueden reaccionar «en el momento», anticipando algunos acontecimientos, incluyendo el clima. Y que si se encuentran en presencia de un peligro abrumador son capaces de quedar en estado de catatonia.

Percepción primaria de las plantas

Backster denomina a este tipo de sensibilidad de las plantas a los pensamientos: «percepción primaria”. Su obra inspiró la investigación de Sir Jagadish Chandra Bose, que afirmó haber descubierto que la reproducción de ciertos tipos de música en la zona donde se encuentran las plantas causa un crecimiento más rápido que las que no fueron expuestas a tales sonidos.

En una plantación de Australia que se dedica a cultivar verduras de hoja verde como lechugas, escarolas, espinacas, etc. Y han comprobado que la música clásica es la que más les gusta a las plantas. Pero, sin embargo, la grabación de un coro de grillos también funcionaba muy bien.

De acuerdo con el jardinero jefe del invernadero, el chirrido de los grillos, grabado justo antes de una lluvia, “engañaba” a las plantas. Y hacía que estas abrieran sus estomas y absorbieran mejor los nutrientes que se le aplican por pulverización.

Pero… ¿pueden “sentir” las plantas?

Hay muchas teorías que propugnan que las plantas pueden sentir. Ya Darwin estaba fascinado por las reacciones de las plantas a los estímulos externos, basando sus conclusiones en la observación de las plantas carnívoras como la Venus atrapamoscas (Dionaea). Él creía que su respuesta casi instantánea y la forma en que estas se “cerraban” atrapando a los insectos indicaba la presencia de un sistema nervioso central, tal como el de un animal.

Un famoso biólogo, el Dr. Bose demostró que las plantas pueden “sentir” a su manera. «Supongamos -dijo- que hay un vegetal exuberante de hojas verdes y se nos antoja arrancarle una, quizá nos parezca que este ser no sufre. Sin embargo, en el sitio en el que la quitamos se produce una pulsación, que va remitiendo lentamente hasta desaparecer al cabo de un tiempo”.

Actividad eléctrica de las plantas

Entre 1960 y 1970 Burdon-Sanderson llevó a cabo muchos experimentos sobre las Dionaea, más conocidas como atrapamoscas de Venus. El primer experimento, y posiblemente el más notablemente revelador, fue el de colocar electrodos en la superficie de los lóbulos con la esperanza de registrar la actividad eléctrica de la planta.

Se encontró que cada vez que se rozaban las hojas se disparaba una ola de actividad eléctrica casi idéntica a los impulsos nerviosos producidos por las neuronas de los animales. Este experimento se llevó a cabo también en el Rocío del sol (drosera) y en varios vegetales similares y todas tuvieron reacciones parecidas.

Ciertos investigadores de la Universidad del Estado de Michigan también han descubierto recientemente que las plantas tienen una estructura nerviosa rudimentaria, lo que les permitiría sentir dolor, de acuerdo con un artículo que publicaron en una prestigiosa revista de fitología; en la misma línea, el botánico Bill Williams del Instituto Helvético sostiene que «las plantas no solo parecen ser conscientes y sentir dolor, sino que incluso se pueden comunicar.»

Esta investigación ha llevado al gobierno suizo a aprobar el primer proyecto de ley de los Derechos de las plantas. Se llegó a la conclusión de que las plantas deberían tener protecciones legales y morales. Y los suizos creen que deben ser tratadas de forma adecuada porque son un parte importante de la naturaleza. La increíble vida de las plantas.

Los fisiólogos vegetales están empezando a comprender mucho más sobre el movimiento de las plantas. Se ha confirmado que los impulsos detectados son, de hecho, similares a los de los animales. Al tiempo que se están empezando a desentrañar las razones moleculares y celulares de la capacidad de las plantas para responder al tacto o a los estímulos luminosos (fototropismo).

¿Son tan inermes como suponemos las plantas?

Queda mucho por descubrir, pero es factible que en algún momento se demuestre que los vegetales no son esos seres inermes e insensibles que la gente cree. En ese momento, posiblemente se queden sin fundamento muchas de las filosofías de vida, que propugnan que consumir animales es moralmente incorrecto, pero no así comer todo tipo de vegetales. Y ahí sí que tendremos un gravísimo problema.

Tomado de Ecoticias.

 

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